A Pam y Karla…

Gracias a la maestra de primaria, de quien recibí por primera vez una postal, tengo el hábito de enviar tarjetas postales.

Era una postal de Londres. Me escribió acerca de la visita que le hizo a su hija, quien trabajaba en la embajada mexicana. Aquella fue también la primera vez que pensé en lo que sería vivir en el extranjero. Yo apenas tenía 8 años.

Cuando tenía 14 años viví un par de meses en Guadalajara, Jalisco. Era miembro del equipo nacional de gimnasia rítmica y nos estábamos preparando para competir en los juegos Panamericanos de Mar del Plata en Argentina (desafortunadamente nuestra participación fue cancelada en el último momento por la crisis económica del 94). Me hospedaba en la casa de una de las gimnastas locales y, de hecho, me hice muy buena amiga de ella y su prima.

Nos mantuvimos en contacto por medio de correo (postal). Nos escribíamos cartas frecuentemente. Hacer llamadas telefónicas al interior de la república era muy caro. En aquellos años, escribirnos cartas era la única manera que tenía para comunicarme con ellas.

Todo el proceso era muy emocionante: escribir la carta, ir caminando a la oficina de correos, comprar los sellos postales y esperar la respuesta.

Me gusta mucho escribir a mano, sobre todo en una hoja de papel en blanco, y aún sigo enviando cartas y tarjetas postales a mi familia y amigos. Sin embargo, desearía recibir también correo postal. Una vez, pedí a mis amigas que me enviaran una carta, escrita de puño y letra. Algunas semanas más tarde encontré un par de sobres en el correo. Leer esas cartas escritas a mano fue como escuchar sus voces; contemplar el papel que eligieron era como imaginar qué ropa traían puesta. Puse mucha atención a cada detalle de aquellas cartas y me sentí muy cercana a ellas.

Cuando escribo pienso mucho en la persona a la cual le escribo esperando que pueda sentir lo que en ese momento quiero transmitir. Algunas veces escribo sólo para compartir un momento. En otras ocasiones le escribo a alguien para motivarlo o para dar algún consejo. Pocas veces escribo para quejarme. Muchas veces escribo para decir lo que no puedo decir en persona. Es una manera más de expresar mis sentimientos.

Cualquiera que sea la herramienta: tinta o bits; cualquiera que sea la superficie: una hoja de papel o un aparato digital, escribe acerca de ti y las cosas que te interesan, expresa tu postura. Aparece, habla!

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