A mi familia y amigos…

Cuando vine a vivir a Alemania comencé a escribir correos a mi familia y amigos periódicamente.

Cada día era una aventura. Disfrutaba descubrir un mundo completamente nuevo. Me encantaba sentirme completamente libre y lejos. Sin embargo, quería compartir todas esas emociones con mi gente en casa. Solía escribir acerca de las cosas que aprendía y cómo las aprendía.

Muchas personas me agradecían que enviara aquellos correos y eso me motivaba a seguir haciéndolo. Era un hermoso ritual: recordar las cosas más sobresalientes, seleccionar un par de fotos, tratar de encontrar las palabras que transmitieran de la mejor manera mis emociones y darle click en “enviar”.

Mi familia y amigos solían decirme lo mucho que disfrutaban los relatos de mis aventuras.

En aquel entonces el único medio social que yo utilizaba era un Messenger, pero no todos lo usaban. Pensar que mi mamá o mi papá se conectaran para chatear era prácticamente una ilusión.

Dejé de escribir cuando la concentración en mi trabajo alcanzó un nivel que no me dejaba mucha energía ni tiempo para seguir contando mis anécdotas. Esa fase de trabajo extremo me enseñó a valorar una vida más balanceada.

Cuando decidí comenzar a trabajar por mi cuenta, una de las primeras cosas que me dije a mí misma fue: necesitas volver a compartir lo que vives porque eso te hacía sentir bien.

Y ésa es la razón por la cual inicio este blog. Es para compartir experiencias. Es un intento de empatar la teoría con la práctica, los sueños con la realidad, la emoción con las derrotas. Es para compartir las lecciones que he aprendido y cómo he salido adelante. Espero que le pueda ser de ayuda a alguien.